el 23 - F por Manuel Reboria

Aquella noticia me llegó una tarde en el domicilio de unos amigos, jugando a las cartas, ahí estábamos mi novia, que ya hoy es mi mujer, mi amigo de toda la vida Luis, con su novia y hoy su mujer, y un matrimonio amigo propietarios del domicilio donde estábamos. Bien pues mientras jugábamos, cortaron la emisión de la televisión y soltaron la noticia, mi amigo Luis yo no nos miramos muy serios, en unos segundos, se nos cayó al suelo todo tipo de pensamientos futuros, nos quedamos como si todos los proyectos e ilusiones, se desvanecieran de repente. Tanto Luis como yo estábamos a un paso de incorporarnos al Servicio Militar Obligatorio, la mili, y recuerdo perfectamente el miedo que pasamos y solo nos salió preguntar ¿y ahora que hacemos?.

Yo ya me veía disparando contra otras personas con un sargento que me apuntaba a mi por si no cumplo la orden, y otras barbaridades, que pasan en décimas de segundos por la cabeza.

Pasamos toda la noche juntos pendientes a la televisión, hablamos incluso del exilio, o de si salía adelante el golpe, como lo haríamos para proteger a los nuestros, o maquinabamos como evitar el hambre, todo parece exagerado, pero fue así, pero todo esto lo halábamos no en conversación tranquila, porque yo recuerdo muy bien, como las piernas me temblaron durante todo el tiempo que duro aquella pesadilla. Debo reconocer que estuve muy asustado, pasamos todos muchísimo miedo. Mi madre andaba buscándome, la pobre pensó que como me quedaba poco para la mili, la Guardia Civil ya me habría pillado, y ya ella veía todo tipo de imágenes que ya logró borrar de la dictadura, me contó que se imaginaba de nuevo limpiando a los señoritos por un poco de comida y el pobre de mi padre no tenía palabras, mudo se quedó, el también lo pasó muy mal en la posguerra y le había costado muchisimo llegar hasta donde estaba ahora, para que alguien con una pistolita se cuele en el congreso, y consiga que la sociedad vuelva a pasar la penuria de aquellos tiempos.