jueves, 20 de mayo de 2010

El 23 - Según Rosa González Rodríguez

Ahora me parece una ridiculez lo que yo sentí en esas fechas, pero considerando que yo estaba a punto de cumplir diez años, es perdonable.
Mi historia es común a la de todos respecto los hechos, pero mi amargo recuerdo es el del día siguiente...
Aunque yo era pequeña, ese día fue muy raro para mí, y el siguiente frustrante. Normalmente, cuando yo volvía del colegio al mediodía, mi padre ya había regresado del trabajo y estaba en casa. Él se levantaba a las cuatro de la mañana para repartir leche fresca con el camión y volvía sobre las doce o las una del mediodía; pero ese día, cuando me fui al cole a las tres (porque antes era en turno partido), el plato de comida de mi padre, estaba aún en la mesa y mi preocupada madre no hacía más que mirar por la ventana.
A las cinco de la tarde llegué del colegio y él todavía no había vuelto, me puse a hacer los deberes y a eso de las ocho más o menos, se abrió la puerta, mi madre corrió hacia él y al ver la cara de mi padre le gritó "¿qué ha pasado?" mi padre le dijo algo y ella corrió hacia la radio.
Yo estaba a mis cosas porque mi miedo se había pasado al ver a mi padre, pero recuerdo el sonido entremezclado de la radio y la televisión puestas al mismo tiempo, mis padres serios, callados y sin color en los rostros, tan sólo una breve exclamación de mi madre de vez en cuando diciendo, "no, por Dios, no", "¿a dónde nos va a llevar esto?, y con esa cantinela mis ojos se cerraron.
Al despertarme, era día 24, mi cumpleaños, miré la hora y... ¡¡¡Sorpresa!!!, ¡Qué bien, eran las diez, era mi cumple y yo en la cama! Pensé en lo buena que era mi madre, me había dejado que no fuera al cole por mi cumpleaños, pero no, triste realidad, mi madre me dio los buenos días, me puso el colacao, y me dijo que, me había quedado en casa porque la señorita estaba enferma y no había clase ( está claro que era mentira, entre otras cosas porque mis hermanos también estaban en casa, pero en ese momento y con esa edad, te lo crees todo). Mientras desayunaba, llamaron al timbre, era mi vecina; escuché sin querer, que le decía a mi madre que sus niños no iban a poder venir a mi fiesta, que su marido no quería que salieran de casa. Cuando se fue, mi madre me explicó que lo mejor era no hacer fiesta de cumpleaños, que era un día muy malo por lo que había pasado y que no iba a poder venir nadie.
Yo, en ese momento, no comprendía que era eso de"el golpe" y mucho menos que mi madre me castigara a mí sin fiesta porque un señor con bigote había salido en la tele disparando al aire, el día anterior. Pero ese día lo pasé fatal.
Con el paso de los años, las cosas se hacen comprensibles, mis invitados eran todos mas o menos de mi edad, y el nerviosismo de mis padres, también lo tenían los suyos. Y esa vecina, la que vino a decir que sus niños no venían... pobre mujer, resulta que estaba casada con el sobrino de Tejero, así que, era muy normal que estuviese tan preocupado el hombre.
En resumen, aunque mis motivos no fuesen políticos, la breve imagen de ese hombre del bigote, entrando en el parlamento y haciendo que todos se tirasen al suelo, se quedó grabada en mi mente, primero porque por su culpa me quedé sin fiesta y luego, porque comprendí lo que había sucedido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 

**Desenho: Mamanunes Templates **Inspiração:Ipietoon's **Imagem digital: Kazuhiko Nakamura